Pintando un cuadro.
Me he pasado la vida paseando por Sevilla, haciendo bocetos y encajes de un un cuadro que ahora sé que estoy, estaba, pintando.
Mis instrumentos siempre han sido mis ojos compañeros inseparables que a veces amablemente me engañan y el espejo de mis memorias que me dicen como era lo que en cualquier momento estoy, estaba, pintando. Ahora, desde hace tiempo añado al paseo el cuaderno de dibujo digital que reúne cómodamente los pinceles, lápices y plumas de mi época de dibujante universitario.
Camino del Colegio de Arquitectos paso por delante de la Casa de Pilatos, las imágenes se acumulan en mi espejo, seca portada, guiño renacentista en la logia de la segunda planta, el renacimiento casi siempre se esconde en Sevilla. Utilizo mi pase virtual y entro en el esplendido patio principal a dibujarlo. Es fácil, el método y orden renacentista ayudan en el encaje; como en todos los grandes de patios de la Casas de Sevilla, el Patio de las Doncellas del Alcázar esta presente: planta baja con decoración mudéjar y planta alta sencilla y plana, la fuente me da la escala.
Compruebo el encaje con las arquerías de medio punto abajo y los arcos carpaneles arriba, no está mal, pero me entran muchas dudas de si seré capaz de honrar con mi dibujo el magnífico patio.
Después de echarle un vistazo a los magníficos jardines salgo al apeadero donde me dispongo escorado a la derecha a dibujar la plaza mientras veo en el espejo a los duques entrando saludando a unas niñas que están delante, en la portada.
El espacio urbano se estrecha en la calle Aguilas para ensancharse en la acogedora Alfalfa, donde me olvido del ir al Colegio y las Setas y a Casa Dueñas, mi espejo me recuerda mis dibujos de las ondulantes bóvedas de madera y de la hacienda de los Alba escondida en el centro de Sevilla. Así que me sumerjo en la Alcaicería en mi usual ruta hacia Sierpes.
Paseando por Sierpes el espejo me devuelve griterío de carteles mientras ahora son discretos y tranquilos, los escaparates me observan, como siempre me han observado, ellos cambian y nosotros tambien, pero la interacción siempre es la misma, y recuerdo a Audrey observando los diamantes. Mirando en Foronda solo me veo a mi mismo joven en el espejo, envejecido en el escaparate, con la luz del Sur pasando de detrás de mi veo al fondo un hombre entrando en la capilla de San José, decido hacer una pausa para hacer un boceto de el escaparate modernista de Maquedano Los escaparates, los comercios son una parte importante del paisaje urbano.
Camino de la Avenida paso delante del Ayuntamiento mirando la fachada plateresca, única en Sevilla, de Diego de Riaño, el espejo me devuelve un trabajado dibujo de la fachada, lo dibujé no hace mucho cuando con la osadía de un arquitecto que descubre que sabía dibujar me dediqué a pintar los principales monumentos de Sevilla, no lo hice mal, tampoco bien, y aprendí mucho de mis errores, y gracias a mi amigo Lerdo de Tejada, que amablemente me convenció de que merecía la pena, sigo dibujando.
Entrando en la Avenida el edificio de la Adriático me sonríe, mi espejo me devuelve multitud de imágenes y al fondo veo una actitud despreciativa de estudiante calificando al edificio de pastelero, mi dibujo me va enseñando poco a poco la valentía de Espiau y Muñoz al construir una esquina que va más allá de las tradiciones decorativas sevillanas.
Me dirijo a la Catedral para dar un paseo por ella, porque por la catedral se pasea y se pierde uno en un vasto y extenso espacio, entro por la Puerta de Palos en la Montaña Hueca que describió Teófilo Gautier. El espejo me devuelve mi primer dibujo, los pilares de la catedral, dibujo valiente centrado en los magnos pilares que según Gautier se elevan hacia el cielo, como colosales árboles acompañados por el formidable órgano de la catedral. Y veo como el Coro impide la visión diagonal que mostraría un espacio columnado del tamaño de un campo de fútbol, dificulta ver cómo las siete naves se escalonan hasta los 40 metros de altura presididas por el Retablo Mayor de 20 metros de altura.
El Coro y la Capilla Mayor convierten el espacio de Santa Maria de la Sede en un enorme peristilo con ellos como cella. Por eso ahora subo hacia la cubierta desde donde puedo encajar un dibujo del espacio catedralicio como un pozo de luz en la encrucijada de las siete naves con el crucero y la luz que entra por la Puerta de San Cristóbal se mezcla con la luz que inunda la catedral desde las vidrieras. Dibujar el espacio y la luz esta fuera de mi alcance, pero lo haré lo mejor que pueda, merece la pena.
Camino del Alcazar paso por delante del Archivo de Indias el mejor edificio del Renacimiento deSevilla, el único sin retoque mudéjares, mi espejo me recuerda con sorna mi fracaso dibujando el esplendido patio del edificio.
Entro por el Patio de banderas y el Apeadero en los palacios reales mas antiguos de España y me dirijo directamente al pequeño y coqueto Patio de las Muñecas en el Palacio Mudéjar, donde una vez, cuando era becario dibujante en el Alcazar, Don Rafael me dijo con su habitual ironía que no hacía honor a mi nombre.
Encajar un dibujo del pequeño patio es difícil, hacen falta tres puntos de fuga, de abajo hacia arriba, quiero ver la montera, parte de la planta baja y que se vea la sorprendente asimetría de los arcos del lado mas corto del patio. No tengo ningún problema en agacharme, coger el iphone y tomar una fotografía con un ángulo grande, al fin y al cabo mis amigos dibujantes me llaman sketcher digital.
El patio construido sucesivamente por los reyes Don Pedro, Isabel y Carlos es sorprendentemente unitario, plenamente mudéjar con yeserías muy difíciles de captar en un dibujo. Pero lo intentare Don Rafael, lo intentaré.
Mientras observo y memorizo detalles, escucho a un guía hablar de jeques y princesa árabes cuando la realidad es que sus posibles visitantes musulmanes eran los nazaríes granadinos que ayudaron a construir el Palacio y que pudieron venir a hablar con su amigo el Sultán Don Pedro de su Alhambra el magnífico Palacio que estaban construyendo en Granada.
En el estanque de Mercurio me observo en el espejo del agua dibujando, una pareja me mira y ven a un hombre dibujando su reflejo en el agua y se acercan si acaso salen en el cuadro. Y yo pienso en otros dibujos lejos del Alcázar, en la Plaza de España, tan magna, clásica y regionalista a la vez, tan difícil de obtener un buen encuadre, creo que me habría salido mejor el dibujo si me hubiera situado en el punto focal del ovalo o quizá repasando las muchas películas que han usado la plaza como escenario, pues la gente del cine sabe como obtener buenos encuadres.
En el Parque de Maria Luisa, que no me salió mal, siendo para mi difíciles los paisajes, pues al final se trataba de dibujar una columnata de arboles cubierta con una bóveda vegetal, adornada por un carruaje.
En la Fabrica de Tabacos, mas extensa que la Catedral, neoclásica y monótona, no me gusta el encuadre de una perspectiva infinita de una de las fachadas y elijo un encaje sencillo de dos portadas, la del edificio y la de la magnifica verja enrejada que lo cierra por la calle San Fernando.
Salgo de mi ensimismado estado y del Alcazar por el Patio de la Montería, en mi periplo toca San Telmo y el barroco sevillano, haciendo una pausa cerca de la Casa de la Moneda en Casablanca.
Leonardo de Figueroa fue el arquitecto del barroco en Sevilla, construyó El Salvador, La Caridad, Los Venerables, San Luis de los franceses y San Telmo, nada más y nada menos, sin embargo, es poco conocido por los sevillanos.
Mientras me acerco al palacio veo el inconfundible color almagra, el color del barroco de Sevilla, alternativa desde entonces al clásico albero.
El palacio fue construido por el Puerto para ser la Universidad de los marinos mercantes, después fue casa de los Montpensier, y ahora sede de la Presidencia de la Junta. Sus jardines son ahora el Parque de Maria Luisa.
Dibujar en escorzo una fachada de pilastras y balcones no me gusta y me decido encajar la esplendida Puerta principal con parte de la fachada, es la primera vez que me atrevo con una portada que además es barroca y complicada. Pero merece la pena, Sevilla es una ciudad de innumerables y magníficas portadas, la puerta principal ornamentada en los edificios es de gusto muy sevillano, recuerdo que un amigo se asombraba de mi admiración por el Archivo de Indias, edificio sin portada.
Como soy novato, analizo más que encajo la portada, tres cuerpos superpuestos de columnas y arquitrabes, muy volumétrico con los pórticos hacia fuera y las hornacinas hacia dentro, el cuerpo superior vuela hacia el cielo. Con este esquema mental consigo un dibujo que va más allá de mis expectativas iniciales. Y mientras me entretengo con volutas, garabatos y estatuas me imagino ver en el espejo a Maria de las Mercedes balconeando, mirando sus jardines donde yo estoy dibujando.
Camino del Río pasando por las Atarazanas el espejo me recuerda con sorna mi primerizo dibujo de sus naves de bóvedas de arista, puse mucho interés, pero me salió mal y no lo haré bien hasta que comprenda que en la perspectiva la serie de bóvedas se difumina en una sucesión de los arcos que las sostienen. Edificio gótico, inmenso, cuasi románico, data de los primeros tiempos de la conquista y fue centro de la construcción de barcos del reino de Castilla. Ahora las remanentes siete de las diecisiete naves esperan escondidas en el Arenal la definitiva restauración, siempre en discusión desde hace muchos años.
El Rio es la razón de ser de Sevilla que es una ciudad fluvial y con puerto muy cerca del mar. A lo largo del Río desde el Puerto hasta el puente del Alamillo, hay muchos sitios donde anclar y conseguir encajes de múltiples edificios, puentes o simplemente paisajes urbanos. El espejo me devuelve cientos de dibujos, algunos míos, muchos de ellos muy buenos. Dibujar a lo largo del Río es más fácil de encajar que hacerlo desde una orilla mirando a la otra, mi ojo que siempre me engaña en estos casos me miente descaradamente, el vacío del agua entre las dos orillas acerca y magnifica lo que tienes enfrente, sea San Telmo o la Torre del Oro, por ejemplo.
He dibujado la Esclusa, los muelles, la Torre del Oro, el puente de Triana y al final el Puente del Alamillo. Me gusta especialmente el dibujo de la Esclusa, la Puerta de Sevilla, el primer tema marítimo que he dibujado.
Y ahora dejo atrás el puente de San Telmo y me paro a dibujar el nuevo y único rascacielos de Sevilla, con sus 200 metros de altura desde aquí cierra la perspectiva del rio. Construido en la época del alcalde Monteseirin, cuando se hicieron muchas renovaciones urbanas. Las magnificas bóvedas de madera de la Encarnación cuya forma les dio el aceptado nombre de Las Setas y el rascacielos construido por Pelli fueron las dos intervenciones mas afortunadas de esta etapa de Sevilla. La Torre domina el área metropolitana como la Giralda domina el casco urbano y pertenece al conjunto de grandes edificios de Sevilla: El Hospital de las Cinco Llagas, La Real Fabrica de Tabacos y la Plaza de España.
El encaje en un espacio abierto lo hago tomando el Río como eje del dibujo. Torre Sevilla preside el Río con el puente de Triana como pedestal y es un dibujo muy bonito, al atardecer el color naranja de sus anillos y partesoles se oscurece, sus luces se encienden, su formal oval sombrea naturalmente el dibujo, y el espejo sonríe, me ve disfrutando, por una vez lo estoy haciendo bien y añado un tema más a los dibujos del Río.
Y ahora a de nuevo vuelvo a lo tradicional y cruzo el puente de Triana entrando en ella por el Altozano que es la puerta de Triana, lugar de comercio y oficinas bancarias, también bares y restaurantes. Siendo puerta, también es balcón mirando a Sevilla. Para encajarlo tomo como referencia los espléndidos cierros de las dos casas que dan entrada a la calle San Jacinto, manchas enrejadas de color oscuro aclarada por cristales y persianas y también en los escaparates tan importantes en el paisaje urbano. La estatua de la Gitana monumento al arte flamenco lidera la plaza y junto con los cierros dominan el dibujo que estoy encajando. El espejo me recuerda con nostalgia las tardes de mi niñez viendo pasar a El Cachorro en su procesión hacia la Campana y me pregunto porque siendo macareno con muchos años vividos cerca de la calle Feria, me gusta tanto Triana con la calle Alfarería y la Plaza de Santa Ana.
Me decido a bajar a la orilla del rio cruzando por alguno de los pasadizos de la calle Castilla y me siento en un bar de el Paseo de la O justo en la orilla Del Río.
Esta anocheciendo y veo una magnífica estampa de el Puente de Triana, el parisino Pont du Carrousel afincado en Sevilla, bien iluminado sobre el fondo oscuro del cielo veo los arcos y anillos sostener el tablero como una estructura luminosa que va saltando sobre el rio apoyándose en los pilones, barcazas de piedra que parecen flotar en la oscuridad bajo las barandillas del puente. Sin pensarlo me pongo a hacer un boceto para después dibujarlo, valentía no me falta para hacer una perspectiva de arcos y anillos, aunque me falte maestría.
Y después de dibujar el Puente, el espejo me recuerda mis torpes primeros dibujos y como poco a poco voy mejorando, pero también me dice que no soy maestro sino aprendiz en el arte del dibujo y la pintura y que una pausa me vendría bien porque si no lo hago voy a acabar pintando un cuadro pintándome a mi mismo y no doy ni mucho menos para tanto.
Miguel Angel Cobreros Vime
Doctor Arquitecto
